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Retos de la lectura de la Biblia

Retos de la lectura de la Biblia

 

Introducción:               Antes que nada he decir que no os voy a contar nada nuevo. Todas las ideas, reflexiones y estrategias para leer la Biblia que voy a mencionar seguramente os las han dicho otros antes, pero sí es cierto que las que os voy a comentar me han servido, y mucho, para comprender la Biblia, y en ese sentido espero que también os sirvan a vosotros. También tengo que decir que no soy un experto en Biblia, con lo que posiblemente si alguien me pregunta algún aspecto muy técnico y espera una respuesta no se la pueda dar. Todo lo que le puedo dar es mi experiencia en la lectura de la Biblia, que la tengo, y mucha, y cómo he ido superando dificultades a la hora de leerla, hasta el punto que, cuando escucho a gente hablar sobre cosas que dice la Biblia o sobre su interpretación y veo que están equivocados puedo tener una opinión, y puedo ayudar a otros a salir de los errores o a rebatir argumentos que se basan en un desconocimiento del texto. Y en eso también os puedo ayudar, pero no os vengo a ofrecer la panacea en cuanto a la interpretación del libro. La Biblia, como la vida, hay que vivirla a lo largo del camino de nuestra existencia, y cada uno tiene que llevar adelante su estudio sobre la Biblia. Por ello, porque la Biblia es vida y se refleja en la vida empezaré con una anécdota de mi vida pasada. Hace muchos años, cuando era joven y verde, como suelo decir a veces medio en broma, tuve una amiga a la que quise mucho. El problema era que esa amiga sufría grandes depresiones hasta el punto de que no sabía cómo afrontar su vida. Yo procuraba hablar con ella y animarla, y os puedo asegurar que, si por alguien he querido alguna vez dar mi vida o por lo menos dedicar todos mis esfuerzos para que no sufriera, una de esas personas ha sido esta amiga de la que os hablo. Estábamos los dos dentro de un grupo en la iglesia, en la parroquia de mi barrio, y siempre habíamos oído hablar de Dios, del amor de Jesús y de la promesa de salvación para los pobres y los oprimidos. Sin embargo, por mucho que habláramos y tratáramos temas en las reuniones que intentaban animar a los oprimidos mi amiga, quizá la mujer más triste que he conocido nunca, al menos en los momentos en los que estaba baja de moral, no conseguía remontar el vuelo. Intrigado y a la vez deseoso de saber más sobre Dios, quién era y qué quería que hiciera con mi vida, llegué a tomar contacto con un grupo de de raíz evangélica, que no obstante trabajaba con católicos. Eso me pareció interesante, las vidas que llevaban esas personas parecían un poco locas y aventureras, pues hacían campañas de evangelización con teatro y música y acudían todos los sábados a reuniones en un local donde cantaban canciones que alegraban el corazón. Eran canciones que hablaban sobre el amor de Dios y de su hijo Jesucristo, y sobre la alegría de ser salvos. Todos los que acudían a esas reuniones, cuando cantaban esas canciones, parecían poner todo su corazón y vivirlo. Parecían felices. Por primera vez creí que había salvación, no solo para mí, sino también para mi amiga. Sin embargo, no sé por qué, eso no parecía suficiente. Aunque vino a algunas reuniones pronto su depresión se agudizó. No podía con su alma, los problemas se le agolpaban y dejó de venir. De hecho, durante un año dejé de verla. Mentiría si dijera que no sufrí. Sentí que algo había salido mal. Dios tenía que haber actuado. No obstante, fiel a una máxima sencilla que, básicamente se resume como: “Cuando no entiendas algo, no digas nada y sigue adelante”, yo seguí con mi vida. Qué remedio. Un día, en medio de la plaza de Unamuno, los del grupo evangélico que ya antes he mencionado estaba representando una obra. La plaza estaba llena de curiosos. Entonces la vi. Estaba ahí, entre la multitud, mirando con curiosidad todo, y con ojos que parecían ocultar con una sonrisa forzada que estaba a punto de derrumbarse. Yo me acerqué a ella ¡me alegré tanto de volver a verla! Recuerdo que dijo algo así como que había estado muy lejos. No es que se hubiera ido a ningún sitio. Creo que quería decirme que había estado lejos de Dios. Entonces yo le dije: “No importa, ahora estás entre amigos”. En ese momento la abracé y ella se derrumbó y comenzó a llorar. Eran lágrimas de alegría, creo. Luego, recuerdo que otra amiga mía, que era del grupo evangélico, habló con ella hasta que entregó su corazón a Cristo. Algunos no creen que alguien se pueda convertir, renacer de nuevo de sus cenizas, levantado por una entrega fiel a Cristo, una entrega como nunca antes se había hecho. Yo no lo puedo negar. Lo vi en mi amiga. Os aseguro que desde entonces la vi más feliz que nunca. Todos sus miedos, todos sus temores parecieron desvanecerse. Parece un cuento de hadas, pero fue así. Poco después, en agradecimiento, ella me regaló esta Biblia que todavía conservo. Esta Biblia forrada con el mismo papel de regalo en el que mi amiga me la envolvió para dármela. Por si no os habéis dado cuenta, soy un incurable romántico melancólico. Esta es la Biblia en la que leo todos los días unos pocos versículos que me iluminen el día. Llevo haciéndolo durante años. Y los leo en gran parte en recuerdo de ella. Por amor a ella. Y por amor a lo que me escribió en la Biblia, que hasta ahora no había compartido con nadie y que ahora lo voy a hacer con muchos. En las dos primeras hojas en blanco de la Biblia me puso dos anotaciones, casi dos confesiones. En la primera decía: “Encomienda a Yavé tus obras, y tus proyectos se realizarán” Que creo que es una cita de proverbios, y luego decía: “Uno encuentra a los amigos en los peores momentos, entonces tú me ayudaste a encontrar al mejor de los amigos. Es lo mejor que pudiste hacer por mí. Gracias.” Os podéis imaginar la cara que se me quedó al leerlo. Pero es que había más. Pasé la hoja y en la siguiente página había anotado: “31-7-88 Llevo mucho tiempo pensando cosas que ponerte. Trozos que he leído que me hayan impresionado, pero me he dado cuenta que tendría que escribirte toda la Biblia. Sólo sé que hay algo vivo aquí. Nos encarga que lo enseñemos, para ello necesitamos su fuerza y mucha fe. Consigamos que nuestros ojos no se separen del camino. El nos ayudará. (…) Amén.” Que alguien tan joven (solo tenía veinte años esta amiga de la que os hablo) hablara así de la Biblia, de la fe, de cómo había conseguido salir del pozo en el que estaba, fue algo que me impresionó profundamente. ¿Qué tenía este libro, la Biblia, para que así transformase las vidas de la gente? Me propuse conocerlo. Empecé a leerla por entonces, siempre con esta Biblia católica de la que nunca me he separado. Y todavía no he acabado. ¿Cómo surgió la idea de esta charla? Durante una excursión, comenzó a llover, y alguien me dijo que al principio, según la Biblia, la lluvia caía hacia arriba (Gén 2, 5-6). Por más que consulté en diferentes versiones no vi que dijera exactamente eso. Se hablaba de “un vapor”, un manantial que salía de la tierra (puede que al salir salpicara, eso sí), pero no “lluvia hacia arriba”, aunque era probable que algunas traducciones sugirieran eso. La misma persona me dijo que la primera vez que llovió, siempre según la Biblia, fue en tiempos de Noé, y que por eso sus vecinos se burlaron de que construyera un arca. Dejando de lado que, efectivamente, puede que no se mencione la lluvia hasta el capítulo 6, en que se menciona el diluvio, eso no quiere decir, creo yo, que antes no lloviera, y que cuando llovía lo hacía hacia arriba. Y, por otra parte, si leemos el texto de la Biblia (Gén 6, cap. 12 y ss. y 7, 1 y ss.) podemos ver que la escena de las burlas de los vecinos de Noé mientras construye el arca no aparece. No existe. ¿Nos la hemos inventado? Pues sí. Es una escena que posiblemente hemos visto en películas y en adaptaciones de Biblias para niños. Es una escena lógica dentro de la situación que estaba viviendo Noé. Pero no aparece en la Biblia. ¿Los cristianos leemos de verdad la Biblia con asiduidad? Es la pregunta que me surgió tras hablar con esta persona y comprobar que, lo que decía con seguridad, creyendo que aparecía en la Biblia, no aparecía. ¿Los cristianos leemos realmente la Biblia? ¿O dejamos que nos la lea otro, que nos la interprete otro, que se supone que sabe mucho más que yo? ¿Nos da miedo leer la Biblia y por eso ni siquiera lo intentamos? La cuestión resulta más grave si tenemos en cuenta lo que dicen algunos cristianos con orgullo, como un dogma de fe: “Yo creo lo que dice la Biblia”. Pero eso a veces no es cierto, porque no la leemos, o solo leemos unos versículos de ella. En una ocasión estaba yo con otro cristiano y hablando con gente no protestante. La conversación llevó a que mi amigo manifestara que él era protestante, y añadió, como declaración de doctrina: “Yo soy cristiano y creo en la Biblia”. A eso yo repliqué: “No, los cristianos no creemos en la Biblia, los cristianos creemos en Jesús”. Muchas veces lo digo: Dios se manifiesta en la Biblia, es cierto, pero la Biblia no es Dios, es todo el Dios que se ha podido manifestar en ella, pero Dios es soberano y se puede manifestar de mil maneras que nosotros no imaginamos. Una de las fundamentales es a través de los cristianos: de lo que hacemos, de cómo vemos la vida. De tal manera que, los cristianos, si desapareciera la Biblia, tendrían que ser capaces de volverla a escribir porque la Biblia no es más que la plasmación de Dios en la vida de un montón de hombres a lo largo de la historia; por lo tanto, si Dios está con nosotros, los cristianos, nos volverá a inspirar las palabras de la Biblia como lo hizo antes. Es lógico, y si no sucede, algo falla en nuestra fe, porque Dios es el mismo, o eso decimos. ¿Para qué sirve leer la Biblia? Hay quien dice que la Biblia es la palabra de Dios, y que por eso hay que leerla para conocer cómo es Dios. Es más, hay que conocerla para saber quién es Dios, no solo cómo actúa o su carácter, sino además conocer la esencia de Dios, empaparnos de El. Sin embargo otros, más críticos, dicen que ciertas partes (sobre todo el Antiguo Testamento) están superadas, que no hay que leerlas porque, además de ser una parte dirigida sobre todo a los judíos, muestran un Dios justiciero que no es el Dios del Nuevo Testamento. Por eso muchos no leen el Antiguo Testamento. Sin embargo, esa separación entre ambos tipos de Dios no es netamente cierta, es decir: hay un Dios amoroso en algunas partes del Antiguo Testamento y un Dios justiciero en otras del Nuevo. Veamos: En el Nuevo Testamento: Lc 6, 24-26: en estos versículos aparece el bueno de Jesús prometiendo males sin cuento a los ricos: Pero ¡ay de vosotros, los ricos! Pues tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís, Porque gemiréis y lloraréis! ¡Ay de vosotros cuando todos los hombres os alaben, porque así hacían sus padres con los falsos profetas! Lc 13, 23-28: solo se salvarán unos pocos y los demás… ¡al infierno! Uno le dijo: “Señor,¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: “Luchad para entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos pretenderán entrar y no podrán. Después que el dueño de la casa se levante para cerrar la puerta, vosotros, los que estáis fuera, comenzaréis a golpearla diciendo: Señor, ábrenos. El os contestará: No sé de dónde sois vosotros. Entonces comenzaréis a decir: Comimos y bebimos contigo, y tú enseñaste en nuestras calles. Pero contestará: Os aseguro que no sé de dónde sois: alejaos de mí todos los obradores de la iniquidad. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros arrojados fuera.     Hch 5, 1-11: el terrible caso, narrado en Hechos, de Ananías y Safira.    Un hombre llamado Ananías, con su mujer Safira, vendió también un campo. Y, de acuerdo con ella, retuvo parte del precio: y trayendo el resto, púsolo a los pies de los apóstoles. Mas Pedro le dijo: Ananías, ¿cómo ha tentado Satanás tu corazón, para que mintieses al Espíritu Santo, reteniendo parte del precio de ese campo? ¿Quién te quitaba el conservarlo? Y aunque lo hubieses vendido, ¿no estaba su precio a tu disposición? ¿Pues a qué fin has urdido en tu corazón esta trampa? No mentiste a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó en tierra y expiró. Con lo cual todos los que tal supieron, quedaron en gran manera atemorizados. En la hora misma vinieron unos mozos y lo sacaron y llevaron a enterrar.    No bien que pasaron tres horas, cuando su mujer entró, ignorante de lo acaecido. Díjole Pedro: Dime, mujer, ¿es así que vendisteis el campo por tanto? Sí, respondió ella; por ese precio lo vendimos. Entonces Pedro le dijo: ¿Por qué os habéis concertado para tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los que enterraron a tu marido; y ellos mismos te llevarán a enterrar.     Ap 1, 12-18: Jesús aparece con un aspecto terrible e investido de los atributos propios de un juez.    Entonces me volví para reconocer la voz que hablaba conmigo: Y vuelto vi siete candeleros de oro: y en medio de los siete candeleros de oro vi a uno parecido al Hijo del hombre o a Jesucristo, vestido de ropa talar, ceñido a los pechos con faja de oro: su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, y como la nieve, sus ojos parecían llamas de fuego, sus pies semejantes a bronce fino, cuando está fundido en horno ardiente, y su voz como el ruido de muchas aguas: y tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada de dos filos: y su rostro era resplandeciente como el sol del mediodía. Y así que lo vi, caí a sus pies como muerto. Mas él puso su diestra sobre mí, diciendo: No temas: yo soy el primero y el último o principio y fin de todo; y estoy vivo, aunque fui muerto; y he aquí que vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del infierno. En el Antiguo Testamento hay casos en los que sale el cuidado y amor de Dios por el que cree en El y por su pueblo: Sal. 23    El Señor me apacienta: nada me falta; en verdes pastos me hace recostar. Me conduce a las aguas donde descanse; restaura mi alma. Guíame por senderos rectos, por amor de su nombre. Aunque camine en valle tenebroso, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado: estos me consuelan.      Prepárasme la mesa a la vista de mis enemigos; Unges con óleo mi cabeza, mi copa está rebosante. La benignidad y la gracia me acompañarán todos los días de mi vida, Y habitaré en la casa del Señor por muy largos años.ç     Is 11, 1-6: Dios promete un salvador, da una esperanza, y dice que será alguien que no usará la guerra, y que todos vivirán en paz.    Y saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz se elevará una flor. Y reposará sobre él espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de piedad; y estará lleno de espíritu de temor del Señor. Él no juzgará por lo que aparece exteriormente a la vista, ni condenará solo por lo que oye decir; sino que juzgará a los pobres con justicia, y tomará con rectitud la defensa de los humildes de la tierra; y la tierra la herirá con la vara de su boca, y con el aliento de sus labios dará muerte al impío. Y el cíngulo de sus lomos será la justicia; y la fe el cinturón con que se ceñirá su cuerpo. Habitará el lobo juntamente con el cordero; y el tigre estará echado junto al cabrito; el becerro, el león y la oveja andarán juntos, y un niño pequeñito será su pastor.     Ez 16; 1-6, 8: Jerusalén, esposa y amada de Dios.    Hablóme de nuevo el Señor, diciendo: Hijo de hombre, haz conocer a Jerusalén sus abominaciones, y dile: Esto dice el Señor Dios de Jerusalén: Tu origen y tu raza es de la tierra de Canaán. Amorreo era tu padre, y Cetea tu madre, y cuando saliste a luz, en el día de tu nacimiento no te cortaron el ombligo, ni te lavaron con agua saludable, ni usaron contigo la sal, ni fuiste envuelta en pañales. Nadie te miró compasivo, ni se apiadó de ti para hacer contigo alguno de esto oficios; sino que fuiste echada sobre el suelo con desprecio de tu vida el día en que naciste. Pasando Yo, empero, cerca de ti, te vi ensuciada en tu propia sangre; y te dije entonces mismo que estabas envuelta en tu sangre: Vive; vive, te dije; ¡oh tú que estás envuelta en tu sangre!…Y pasé junto a ti, y te vi, y estabas tú ya entonces en la edad de los amores, y extendí Yo sobre ti mi manto y cubrí tu ignominia, y te hice un juramento, e hice contigo un contrato (dice el Señor Dios), y desde entonces fuiste mía.     ¿Cómo debemos leer la Biblia? Una vez convencidos que la Biblia es la palabra de Dios, es decir, que nos cuenta quién es Dios, y que por lo tanto debemos leerla, pasamos al siguiente punto: ¿cómo la leemos? Creo que lo mejor es decir por qué fases he pasado yo, porque seguro que todos los que hemos intentado leer la Biblia hemos pasado por alguna de ellas. 1ª fase: No hay que leer la Biblia: En esta fase yo consideraba que la Biblia es muy complicada. Te lías, además tiene un lenguaje muy antiguo. No leas la Biblia, es una pérdida de tiempo. Vive la vida. Si quieres saber qué hay que hacer para ser un buen cristiano fíjate en la vida de otros cristianos y de gente buena e imítales, sus hechos y sus dichos son más cercanos y nos impactan más que lo que diga un libro que fue escrito para gente de otros tiempos. 2ª fase: hay que leer la Biblia para saber qué decía Jesús: Es decir: leer el Nuevo Testamento y, sobre todo, los evangelios. En esta fase al principio yo no leía las cartas de Pablo, que se le atragantan a uno sobre todo cuando llegamos a la “moral doméstica” (cómo tiene que comportase la mujer con su marido, el esclavo con su amo, el hijo con su padre…). Mucho menos entendía el Apocalipsis, tío, que eso lo escribió algún “flipao”. Qué tendrá que ver el Apocalipsis con lo que decía Jesús de amarse los unos a los otros. Eso sí, las cartas de Juan están muy bien, porque hablan del amor, de que Dios es amor y es luz, parecen filosofía oriental e infunden paz en el alma. 3ª fase: hay que leer el Antiguo Testamento: En la tercera fase entendí (tras muchas charlas, sermones, estudios bíblicos y lectura personal) que Jesús es el cumplimiento de las promesas de Dios hechas en el Antiguo Testamento, por lo que había que conocer un poco esa parte de la historia y las tradiciones judías para saber cómo las cumplía Jesús. Llegados a este punto, ya hacía tiempo que estaba leyendo el Antiguo Testamento (empezando por Génesis, cuya lectura me apasionaba, había cada historia que nunca me habían contado…). Sin embargo, una y otra vez tropezaba con textos que iban en contra de cosas que consideraba lógicas: a)      ¿Qué pasa con los dos primeros capítulos de Génesis? (Evolucionismo frente a creacionismo) ¿Debía creerme que el hombre venía del lodo, que la mujer vino de la costilla de Adán, que Caín vagó por el mundo con el temor de encontrarse con alguien que lo matara (¿y a quién iba a encontrar, si solo estaban sus padres y él en el mundo?). En fin, una cosa es que cuando entras en la iglesia te tengas que quitar el sombrero y otra que te tengas que quitar la cabeza. b)      ¿Qué pasa con los milagros? (ciencia frente a fe) Si admito que Jesús hacía los milagros de multiplicar panes, peces, hacer que anduvieran cojos, vieran ciegos y no digamos que revivieran muertos… ¿de qué estamos hablando? ¿De un Dios que salva o de un mago? Y además que no, que Jesús no podía haber torcido la naturaleza de las cosas para resucitar a nadie, o para multiplicar panes… sería de locos. c)      ¿Qué pasa con el “Dios guerrero” del Antiguo Testamento? ¿Debo creer que es el mismo del Nuevo Testamento? Si no lo es ¿para qué leer el Antiguo Testamento? Y si lo es ¿cómo “casa” con el “Dios de amor” que predica Jesús? d)     ¿Puedo yo resolver todas estas preguntas o debo esperar ayuda? Es decir: antes de leer la Biblia ¿no sería mejor estar convenientemente formado y acudir a estudios bíblicos y, sobre todo, escuchar buenos oradores y conferenciantes que saben más que yo y que seguro que me aclaran mis dudas? Mi solución a todas estas preguntas no es la más perfecta, de hecho es muy criticable, pero no obstante os la voy a exponer. ¿Qué hice (Qué hago) yo? a)      Leo la Biblia con la mente abierta: Me libero de prejuicios sociales, políticos, morales, científicos… Por ejemplo: tomemos el texto de los judíos pasando el Mar Rojo. Siempre me planteó un problema moral, porque en este texto los soldados egipcios morían ahogados. Eso no lo podía entender y mucho menos aceptar, porque para mí Dios no podía (y no puede) ser sanguinario. En el texto, no es que los egipcios mueran por accidente, Dios los mata, y lo hace para gloriarse por su muerte (Ex 14, 17).             Yo, entretanto, endureceré el corazón de los egipcios para que vayan en persecución vuestra; y seré glorificado en el exterminio de Faraón, y de todo su ejército, y de sus carros y caballerías.   ¡Inconcebible! No solo endurece el corazón de los egipcios para que así eviten la persecución y que no vayan a una muerte segura (porque Dios sabe lo que va a hacer con ellos) sino que además dice que será glorificado en ese exterminio. La solución que yo apliqué (y sigo aplicando) es fijarme en el mensaje que este episodio nos quiere trasladar. El episodio no quiere decirnos lo cruel que es el Señor, sino que gira en torno al tema: “Dios salva a los que confían en El. Aún en los momentos de mayor peligro, cuando parece que todo va a ir mal, Dios está con el que confía en El.” b)      Determino el tipo de libro en el que está escrito el texto que leo: Puede ser: Un texto histórico: Reyes, Crónicas. Un texto poético: Salmos, el Cantar de los Cantares. Un texto filosófico: Proverbios, Eclesiastés… Un texto profético: Profetas del Antiguo Testamento, algunos dichos de Juan el Bautista y Jesús… Un texto novelesco (es decir, escrito como una narración novelesca): Job, Jonás, partes del Génesis (por ejemplo, la historia de José). Un texto apocalíptico: Apocalipsis, Daniel 7 y ss. Y partes de los evangelios. Y aquí viene lo difícil, porque en cada caso habrá que leerlo de manera diferente. Por supuesto, los conocimientos de literatura, historia y una cierta cultura general pueden ayudar en esta fase, aunque teniendo una cultura más o menos acorde con la media (que yo situaría en tener el título de enseñanza secundaria, aunque si se tiene el Bachillerato mejor) sería suficiente. Cabe decir, de todos modos, que si tienes interés y te fijas aprenderás casi sin darte cuenta. De hecho, la Biblia, en gran manera, se explica a sí misma, porque repite muchas veces una serie de ideas-clave que son las fundamentales. Y eso me lleva al siguiente punto. c)      Busco aquellas ideas-clave que se repiten mucho en la Biblia y desecho las que no encajan. Por ejemplo: tomo la idea de “Dios liberador” en Exodo, que está acorde incluso con la idea de salvación que transmite Jesús y rechazo la idea de “Dios castigador y asesino” que no encaja con esa idea-clave de la Biblia, pero que aparece perturbadoramente en el episodio de la muerte de los egipcios en el Mar Rojo. No es que esa idea no esté, pero no es la idea importante, y estoy seguro que los judíos tampoco le daban la importancia que le doy yo. No les “chirriaba”. ¿Cuáles son estas “ideas-clave”? Yo creo que la Biblia es muy sencilla en este aspecto, y que solo quiere transmitir muy pocas de estas ideas importantes. De hecho, yo creo que, cuando la lees entera, te das cuenta que lo importante es una única idea. A lo largo de mi vida he leído muchos textos que me han impactado. Según cuáles sean los textos de la Biblia que han marcado tu fe, así será el tipo de cristiano que seas. Hay algunos cristianos que ponen un énfasis para mi gusto excesivo en la evangelización tal y como se explica en “la gran comisión” (Mc 16, 15-16):       Y les dijo: “Id por todo el mundo, predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y se bautizare, se salvará; el que no creyere, se condenará.   Esos cristianos, en efecto, viven para evangelizar, como si fuera lo más importante, porque consideran que, si no lo hacen, muchos se van a condenar. Sin embargo, yo creo que el resumen de la Biblia no está ahí, sino en Jn 15, 12-13. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. No cabe en nadie amor más grande que este dar la propia vida por sus amigos.   Todo lo que vaya en contra de esto o no lo incluya lo dejo “aparcado”, porque para mí la medida de la interpretación de la Biblia es Jesús (como dice Jn 14, 6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”) su muerte por amor al género humano y su resurrección.   Objeciones a mi método: Como antes he señalado, puede haber muchas objeciones a lo que yo digo, pero ya he dicho que no es un método perfecto de lectura, aunque es el que hasta ahora me ha servido a mí cuando no tengo a nadie que me aclare las dudas al momento. Sin embargo, puede suceder, y de hecho ha sucedido, que me enfrente a un texto que no “encaja” con lo que yo considero el plan general de la Biblia, o que no tengo manera de entender. ¿Qué hago, entonces? Bueno, lo que yo suelo hacer es asombrarme y prometerme a mí mismo que intentaré buscar la información preguntando a otro que sepa más, consultando libros… pero no me obsesiono. Ya he dicho que yo sigo un viejo dicho que dice que, cuando no entiendes algo, no debes obsesionarte y preguntar, sigue adelante, porque puede que la solución te venga después, cuando veas el problema en su conjunto. Muchas veces nos obsesionamos, porque queremos respuestas aquí y ahora, y no las tenemos porque no avanzamos en el camino, nos atascamos en un punto y no continuamos. Si dejáramos de quejarnos como niños pequeños porque no entendemos puede que entonces diéramos la oportunidad a Dios para que nos diera la explicación más adelante. Puede, de hecho, que él esté deseando darnos la explicación cuando estemos relajados, cuando nuestro cerebro descansa y está buscando inconscientemente la solución a los problemas. ¿O es que no creemos que Dios, como buen padre, quiere darnos las respuestas que nuestro corazón anhela? Pero, tozudos, creemos que nos las tiene que dar aquí y ahora. Yo ya no me planteo comprender la Biblia en esta vida. Sé que eso es imposible, lo que sí que me planteo es amar a Dios en esta vida y extender su reino de amor, y para eso no necesito entender nada, solo necesito amar. San Agustín dijo: “Ama y haz lo que quieras”. Es otro bonito resumen de la Biblia, porque si amas no podrás dejar de hacer la voluntad de Dios, porque Dios es amor. Textos curiosos, hermosos y fundamentales para mi corazón: Una vez despojados de prejuicios podremos leer la Biblia igual que los niños leen un cuento por primera vez. No nos plantearemos cuál es su final, y no nos plantearemos que lo conocemos. A veces la Biblia me ha sorprendido, porque no dice lo que creía que decía. Hay varios ejemplos de eso: Gén. 1 y Gén 2: Aunque siempre hemos leído el relato de la Creación como un único relato, son dos, y muy diferentes. En el primero (Gén. 1; 26-27) Dios crea a un varón y a una mujer:       Y por fin dijo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra: y domine los peces del mar, y a las aves del cielo, y a las bestias, y a toda la tierra, y a todo reptil que se mueve sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya: a imagen de Dios le creó los creó varón y hembra.   Sin embargo, en el siguiente capítulo (Gén. 2; 4-8 y 18-23) cambia la versión y aparece otro relato independiente (comprobadlo, se puede leer aparte del anterior) en el que Dios crea primero a un hombre y de su costilla a una mujer. Tal fue el origen del cielo y de la tierra, cuando fueron creados, en aquel día en que el Señor Dios hizo el cielo y la tierra. Y todas las plantas del campo antes que naciesen en la tierra, y toda la hierba de la tierra antes que de ella brotase; porque el Señor Dios no había aún hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que la cultivase. Salía, empero, de la tierra una fuente, que iba regando toda la superficie de la tierra. Formó, pues, el Señor Dios al hombre del fondo de la tierra, e inspiróle en el rostro un soplo o espíritu de vida, y quedó hecho el hombre viviente con alma racional.         Dijo asimismo el Señor Dios: No es bueno que el hombre esté solo: hagámosle ayuda y compañía semejante a él. Formado, pues, que hubo de la tierra el Señor todos los animales terrestres y todas las aves del cielo, los trajo a Adán, para que viese cómo los había de llamar: y, en efecto, todos los nombres puestos por Adán a los animales vivientes, ésos son sus nombres propios. Llamó, pues, Adán por sus propios nombres a todos los animales, a todas las aves del cielo y a todas las bestias de la tierra, mas no se hallaba para Adán ayuda o compañía a él semejante. Por lo tanto, el Señor Dios hizo caer sobre Adán un profundo sueño, y mientras estaba dormido le quitó una de las costillas y llenó de carne aquel vacío. Y de la costilla aquella que había sacado de Adán formó el Señor Dios una mujer: la cual puso delante de Adán.       Y dijo o exclamó Adán: Esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne: llamarse ha, pues, varona, porque del varón ha sido sacada.   Gén. 2, 9 y Gén. 3,6: la fruta que comen Adán y Eva no es una manzana: Había plantado el Señor Dios desde el principio un jardín delicioso, en que colocó al hombre que había formado, y en donde el Señor Dios había hecho nacer de la tierra misma toda suerte de árboles hermosos a la vista, y de frutos suaves al paladar: y también el árbol de la vida en medio del paraíso, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.       Vio, pues, la mujer que el fruto de aquel árbol era bueno para comer, y bello a los ojos, y de aspecto deleitable: y cogió del fruto, y lo comió: dio también de él a su marido, el cual comió. Como se ve, en el primer texto no se dice que lo que plantó Dios fuera un manzano. Tampoco después, cuando lo comen Adán y Eva, se menciona que la fruta sea una manzana. El error podría venir de la traducción en latín de la Biblia. En efecto, en latín “manzana” es “malum”, y no olvidemos que el árbol del que comen es el árbol de la ciencia del bien y del mal (y “mal” en latín se dice igual: “malum”). Gén. 6 y Gén. 7: Noé no metió una pareja de cada especie de animal en el arca: En Gén. 6, 19 se dice: Y de todos los animales de toda especie meterás dos en el arca, macho y hembra,para que vivan contigo.   Pero en Gén. 7, 2 se dice: De todos los animales limpios has de tomar de siete en siete o siete de cada especie, macho y hembra: mas de los animales inmundos de dos en dos, macho y hembra.     Mc. 11, 1-11: Todos recordamos la entrada triunfal en el templo de Jesús, que se conmemora en el domingo de Ramos, y cómo después Jesús entró en el templo y echó a los cambistas. Sin embargo, las cosas no suceden igual en el evangelio de Marcos: Cuando se acercan a Jerusalén, a Betfage y a Betania, junto al monte de los Olivos, envía a dos de sus discípulos y les dice: “Id a la aldea de enfrente y encontraréis en seguida un pollino atado, sobre el cual nadie se ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Si alguien os dice: ¿Por qué hacéis esto?, decid que el Señor lo necesita y pronto lo remitirá aquí.”       Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a una puerta, fuera en el camino. Lo empiezan a desatar, y algunos de los que había allí les dicen: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos respondieron como les había dicho Jesús: y los dejaron. Llevan el pollino a Jesús, le echan sus mantos y se montó en él. Muchos extendieron también sus mantos sobre el camino. Otros, hierbas que cortaron de los campos. Los que iban delante y los que seguían gritaban:         Hosanna:       Bendito el que viene en el nombre del Señor.       Bendito el reino que viene, de nuestro padre David.       Hosanna en las alturas.       Y entró en Jerusalén, en el templo. Lo examinó todo. Y, como ya era tarde, salió para Betania, con los doce.   Mc. 11, 15-17: Solo al día siguiente (siempre según Marcos) Jesús echa a los mercaderes diciendo que “su casa será casa de oración para todos”. Eso explica por qué les echa, el motivo, y de paso va en contra de la acusación que se ha hecho a la religión cristiana: que en ella no hay voces disidentes, que no hay versiones diferentes de la vida de Jesús, porque la iglesia prohibió los “libros apócrifos”. Lc. 22, 35-38: Jesús parece incitar a la violencia.       Y les dijo: “Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿acaso os faltó algo?” Ellos dijeron: “Nada.” Y les contestó: “Pues ahora el que tenga, tome la bolsa. Lo mismo que la alforja. Y el que no tenga, venda su manto y compre espada. Pues os digo que debe cumplirse en mí esto que está escrito: ‘y fue contado entre los inicuos.’ Porque lo que se refiere a mí, toca a su fin.” Y ellos respondieron: “Señor, mira aquí dos espadas.” El les contestó: “Basta.”     Hay textos que me han hecho estremecer por su belleza, digna de estar mejor considerada en la literatura universal: Los enigmas, en realidad una parte del libro de Proverbios: Provs. 30, 18-19.       Tres cosas me son difíciles de entender, o más bien cuatro; las cuales ignoro totalmente: el rastro del águila en la atmósfera, el rastro de la culebra sobre la peña, el rastro de la nave en alta mar y el proceder del hombre en la mocedad.     También es bello el Cantar de los cantares, un auténtico libro erótico, que yo comparo con el “Kama Sutra”, aunque seguro que no tiene nada que ver. Algunas de sus descripciones son sorprendentes y bellas. Por ejemplo, Cant. 4, 1-7: ¡Qué hermosa eres, amiga mía, que hermosa eres! Como de paloma, así son tus ojos, además de lo que dentro se oculta. Tus cabellos dorados y finos, como el pelo de los rebaños de cabras que vienen del monte Galaad. Tus dientes blancos y bien unidos como hatos de ovejas trasquiladas, acabadas de lavar, todas con dobles crías, sin que haya entre ellas una estéril. Como cinta de escarlata tus labios, dulce tu hablar. Como cacho o roja corteza de granada tales son tus mejillas, además de lo que dentro se oculta. Tu cuello es recto y airoso como la torre de David, ceñida de baluartes, de la cual cuelgan mil escudos y arneses todos de valientes. Tus dos pechos son como dos gamitos mellizos, que están paciendo entre blancas azucenas hasta el caer del día y el declinar de las sombras. Subiré a buscarte al monte de la mirra y al collado del incienso.       Toda eres hermosa, amiga mía; no hay defecto alguno en ti.     Por último, hay textos que me parecen de una belleza moral fundamental. Uno cuando los lee y los asimila no puede quedarse igual. I Cor. 13, 1-8a: el canto al amor de San Pablo.         Aun cuando yo hablare todas las lenguas de los hombres, y el lenguaje de los ángeles, si no tuviere caridad, vengo a ser como un metal que suena, o campana que retiñe. Y aun cuando tuviera el don de profecía, y penetrase todos los misterios, y poseyese todas las ciencias, y tuviera toda la fe posible, de manera que trasladase de una a otra parte los montes, no teniendo caridad, soy nada. Aun cuando yo distribuyese todos mis bienes para sustento de los pobres, y entregara mi cuerpo a las llamas, si la caridad me falta, todo lo dicho no me sirve de nada.       La caridad es sufrida, es dulce y bienhechora; la caridad no tiene envidia, no obra precipitada ni temerariamente, no se ensoberbece, no se irrita, no piensa mal, no se huelga de la injusticia, complácese, sí, en la verdad: a todo se acomoda, cree todo el bien del prójimo, todo lo espera, y lo soporta todo. La caridad nunca fenece…     Mt. 7, 1-5: no juzguéis:       No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio que juzgareis, seréis juzgados, y con la medida con que midiéreis, seréis medidos.   Al leer este texto me pregunto: ¿cuántas veces juzgamos los cristianos a los no cristianos y les condenamos? Tendríamos que ser más prudentes y tener más miedo. Lo que dice Jesús suena muy amenazador. Lc 7, 36-50: Uno de mis textos preferidos, que está relacionado con la anterior idea, es el de la pecadora que lava los pies a Jesús (no es María Magdalena). ¿Tenemos nosotros esta misericordia para con los pobres y los que pecan una y mil veces? Cierto fariseo lo invitó a que comiese con él. Fue a la casa del fariseo y se puso a la mesa. Mas he aquí que una mujer, que era en la ciudad pública pecadora, se enteró de que estaba  comiendo en la casa del fariseo. Llevó un frasco de alabastro con ungüento, se puso detrás, junto a sus pies, y empezó a llorar y a mojar con lágrimas los pies de él. Con los cabellos de su cabeza los secaba. También besaba y ungía con el ungüento los pies. Al ver esto el fariseo que lo había invitado dijo en su interior: “Si éste fuera profeta, conocería quién es y que clase de mujer es esta que le toca, una pecadora.” Jesús respondió y le dijo: “Simón, tengo una cosa que decirte.” Y él contestó: “Maestro, di.” “Un acreedor tenía dos deudores. Uno debía 500 denarios, el otro, 50. Como no tenían para pagar, perdonó a los dos. ¿Quién, pues, de ellos lo amará más?” Respondió Simón, y dijo: “Supongo que aquel a quien perdonó más.” El le contestó: “Has juzgado rectamente.” Y, vuelto hacia la mujer, decía: “¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa. No me has puesto agua para los pies. Pero ella, con las lágrimas, ha lavado mis pies, y con los cabellos los ha secado. No me has dado un beso. Pero ella, desde que entré, no ha dejado de besar mis pies. No has ungido mi cabeza con aceite. Pero ella ha ungido mis pies con ungüento. Por esto te digo: están perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho. Pero al que se perdona poco, ama poco. Después dijo a ella: “Están perdonados tus pecados.” Y comenzaron los comensales a decirse: “¿Quién es este, que hasta perdona pecados?” Mas él dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado: vete en paz.”     Lc. 15, 11-32: El hijo pródigo es quizá la parábola más hermosa de la Biblia. En ella el padre, más que padre, tiene corazón de madre. Fijémonos, si no, en lo que dice en Lc. 15; 20:       Se levantó y fue a su padre. Todavía estaba lejos, cuando lo vio su padre, que se conmovió, corrió, se echó sobre su cuello y lo besó.   En esta escena se ve que el padre ve de lejos al hijo que viene. Si lo ve es porque no lo está esperando en casa. Sin duda todos los días desde que se marchó ha estado esperando a su hijo, dando vueltas por el camino por el que se fue. Y cuando por fin lo ve, en lugar de esperarle para reñirle, va corriendo a darle un beso. No le importa la ofensa que ha cometido contra él. Lo que importa es que su hijo ha vuelto. No es un Dios vengativo, y nos enseña que debemos perdonar toda ofensa por amor a Dios. ¿Estamos dispuestos a ello? ¿Qué otros pasajes de la Biblia te han impresionado a ti?

2 Responses to “Retos de la lectura de la Biblia”

  1. Anonymous diciembre 3, 2013

    Es realmente interesante tu experiencia.
    Ciertamente, los cristianos leemos poco la Biblia. Y Cuando la leemos quizás, por pereza o quizás porque no fue escrita para todos no la comprendemos bien.
    Porque, si fue escrita para todos, ¿Por qué necesitamos de exegetas y eruditos que nos la expliquen?. Si Dios es inefable e incognoscible, ¿Porque unos hombres pueden alcanzarle y otros no podemos?.
    Quizás no meditemos bien lo que en ella está escrito o quizás está escrita para confundir. Porque, ¿Cómo es posible que en unos sitios Dios se muestre como todo amor y en otros sea un ser vengativo? ¿Cómo puede ser a la vez misericordioso y a la vez justiciero?
    Siempre pienso en aquellos niños primogénitos de los egipcios que pagaron la supuesta maldad de sus padres que no hacían otra cosa que obedecer a su rey. ¿Acaso es justicia asesinar a niños inocentes? ¿ Y los animales? También asesinó a los primogénitos de los animales. Éxodo 7:14-11:10
    Hay cantidades de pasajes que se contradicen, o al menos eso parece.
    La Biblia misma es una contradicción. Desde el punto de vista científico no hay por donde agarrarla y desde el arqueológico tampoco.
    Una lectura atenta del libro del génesis, revela dos versiones contrapuestas de la creación (génesis 1:1-2:3) y (2:4-25) , dos genealogías muy distintas de los descendientes de Adan (4:17-26 y 5:1-28) y dos relatos del diluvio ensamblados y readaptados ( 6:5-9:17).
    La Biblia es realmente un libro o recopilación de libros (como queramos llamarlo) muy interesante pero, ¿Es realmente la palabra de Dios?¿Nos puede ayudar a conocer como es Dios?. Hace mucho creía que sí. Ahora ya no lo creo.
    Sin embargo creo que sigo abierto a todo tipo de dialogo,discusión y estudio.
    Un placer leer tu escrito
    Hasta siempre
    Mikel

  2. Anonymous enero 3, 2014

    Veo que realmente te gusta leer la Biblia,Jesus. ¡Interesante estudio! Tambien es interesante lo que dice Mikel. Supongo que a MIkel habría que contestarle que en la comprensión de la Biblia la Fe es una parte fundamental. Asi que sin Fe la Biblia resulta un compendio de historias más o menos bonitas pero sin mucho fundamento cientifico y sin la suficiente coherencia como para abrir un debate acerca de la consistencia de sus palabras.
    La FE es ,a mi entender, fundamental para leer la Biblia desde tu punto de vista
    ¿No es asi?


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